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El pacto de Cantuña: la terrible verdad detrás de la construcción de la Iglesia de San Francisco Leyendas Ecuatorianas

 


 El pacto de Cantuña: la terrible verdad detrás de la construcción de la Iglesia de San Francisco

Inicio: 

Me llamo Cantuña, y soy un indígena que vive en Quito, en el siglo XVI. Soy un maestro albañil, y me dedico a construir edificios para los españoles, que nos han conquistado y oprimido. Un día, el fraile Jodoco Ricke me encargó la construcción de la Iglesia de San Francisco, una obra monumental que debía estar terminada en un año. Me ofreció una gran suma de dinero, y yo acepté el reto, confiando en mi habilidad y en la de mis trabajadores.


Desarrollo: 

Empecé la obra con entusiasmo, pero pronto me di cuenta de que era una tarea imposible. La iglesia era demasiado grande y compleja, y los materiales eran escasos y caros. Además, los españoles nos trataban mal, nos explotaban y nos castigaban. Mis trabajadores se cansaban y se enfermaban, y yo no podía hacer nada para ayudarlos. El tiempo pasaba, y la obra no avanzaba. Me sentí desesperado, y pensé que iba a perder todo lo que tenía.

Fue entonces cuando se me apareció el diablo, en forma de un hombre elegante y sonriente. Me dijo que él podía terminar la obra en una noche, a cambio de mi alma. Me tentó con su oferta, y me dijo que era la única salida. Yo no creía en el diablo, ni en el Dios de los españoles, pero sí en los dioses de mi pueblo. Pensé que ellos me protegerían, y que quizás podría engañar al diablo. Así que acepté el pacto, pero le puse una condición: que me dejara poner la última piedra de la iglesia.

El diablo aceptó, y se fue. Esa noche, yo me quedé en la obra, y vi cómo el diablo y sus demonios trabajaban a toda velocidad, colocando las piedras y los ladrillos con una precisión sobrenatural. La iglesia se levantaba ante mis ojos, y yo sentía un miedo que me paralizaba. Me arrepentí de haber hecho el pacto, pero ya era tarde. El diablo se acercó a mí, y me dijo que ya había terminado la obra, y que ahora me llevaría al infierno. Yo le recordé que me tenía que dejar poner la última piedra, y él se rió. Me dijo que no había ninguna piedra que faltara, que la obra estaba completa. Yo le dije que no era cierto, que había una piedra que yo había escondido, y que sin ella la iglesia se derrumbaría. El diablo se enfureció, y me retó a que le mostrara la piedra. Yo le dije que estaba en el campanario, y que subiera a buscarla. El diablo subió, y yo lo seguí.

Final: 

Cuando llegamos al campanario, yo saqué la piedra que había escondido en mi bolsillo, y la coloqué en un hueco que había dejado a propósito. El diablo se quedó atónito, y me dijo que había sido muy astuto, pero que no me iba a salvar. Me dijo que el pacto seguía en pie, y que me iba a llevar al infierno. Yo le dije que no, que él había incumplido el pacto, y que yo había puesto la última piedra. El diablo se puso furioso, y me dijo que eso no era justo, que él había hecho todo el trabajo, y que yo solo había puesto una piedra insignificante. Yo le dije que eso no importaba, que la condición era que yo pusiera la última piedra, y que él lo había aceptado. El diablo se dio cuenta de que había perdido, y que no podía hacer nada para cambiarlo. Entonces, soltó un grito terrible, y desapareció en una nube de humo. Yo me quedé solo en el campanario, mirando la iglesia que había construido el diablo, y que yo había salvado con una piedra.

Resumen: 

Esta es la historia de Cantuña, un indígena que pactó con el diablo para terminar la construcción de la Iglesia de San Francisco en Quito, pero que logró engañarlo y salvar su alma, al poner la última piedra de la obra. Es una historia de terror, que busca generar miedo, suspenso, y admiración en el lector.


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